La mujer en el campo

Un desarrollo agrícola y rural que sea equitativo, eficaz y sostenible no puede conseguirse sin el reconocimiento expreso de la enorme aportación de la mujer rural a la producción alimentaria y agrícola y de su función crucial para determinar y garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de todo el hogar.

Es importante valorizar el papel de la mujer en las explotaciones agrícolas y en el mundo rural. Además también hay que garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, ya que se trata de uno de los principios fundamentales de la Unión Europea.

Las mujeres siempre han estado presentes en el campo aunque no se les ha tenido tan en cuenta como se las puede tener en la actualidad.

Como jefas de explotación, esposas, miembros de la familia o simplemente asalariadas, las mujeres están presentes en todos los sistemas de producción, especialmente en los sistemas de cultivo mixto y en horticultura.

La agricultura europea no podría existir sin la presencia y el trabajo de las mujeres. De hecho, éstas suponen el 37 % del total de la población activa agrícola europea y el 31 % del tiempo de trabajo registrado. Además hay que añadir que una de cada cinco explotaciones está dirigida por una mujer.

Si bien su trabajo en la explotación suele tener carácter complementario, su presencia y su labor sirven para consolidar el tejido social que sostiene a su familia y a su explotación.

También se encargan de otros servicios como son el turismo rural, la venta directa de productos de la granja, los transportes locales o las ayudas a domicilio, servicios que participan en la vitalidad del medio rural, lo que les permite mantener una puerta abierta hacia el exterior.

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Sin embargo, aún sigue existiendo una división de roles, que asigna a las mujeres el cuidado de la casa, de la salud, de la educación y de sus familias y otorga a los hombres el manejo de la tierra y de la maquinaria, en definitiva la parte técnica de la agricultura.

Las mujeres no han podido avanzar en compartir mejor las tareas domésticas, lo que afecta especialmente a las mujeres que trabajan en el campo, éste es un problema de mentalidad general, que afortunadamente está cambiando con las parejas jóvenes, pues ellas tienen más posibilidades de lograr un equilibrio en el que combinan el trabajo con las tareas domésticas.

Aun así, queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad de oportunidades en la agricultura y en el medio rural. Es necesario crear o mantener unas condiciones favorables que permitan a las mujeres quedarse en este sector económico o, al menos, vivir en la explotación.

En el caso de nuestro país, España cuenta con unos 5 millones de mujeres que viven en zonas rurales, lo que representa alrededor del 15 % de la población total española. La mayoría se encuentran principalmente en Galicia, Andalucía y Castilla y León, tres comunidades autónomas que reúnen el 50 % de las mujeres españolas que trabajan en la agricultura.

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Abonos verdes en agricultura

¿Qué es un abono verde?

Los abonos verdes o siderales son plantas cultivadas que se incorporan al suelo, generalmente durante el período de floración, con el fin de realizar una mejora agronómica.

Se sitúan entre calles en el caso de plantaciones frutales y en cultivos principales distanciados en el tiempo en la rotación. En alguna ocasión el cultivo del abono verde acompaña durante una parte de su ciclo a un cultivo principal solapándose.

Función de los abonos verdes

La función principal es complementar la nutrición de los cultivos de la rotación, bien a través de la fijación de nitrógeno libre, se emplean especies leguminosas (veza, guisante, haba…) como abono verde, o por su eficacia en hacer disponibles nutrientes para los cultivos que de otra manera serían inaccesibles o se perderían. Los abonos verdes incluidos en la rotación no enriquecen el suelo con fósforo (P) o potasio (K) pero sí evitan pérdidas de éstos.

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Ventaja principal

  • Disminuye o anula la erosión del suelo, la pérdida de la capa superficial del suelo donde se encuentra una gran parte de los nutrientes y la materia orgánica. La destrucción de esta capa implica la pérdida irreversible de la calidad del suelo y el aumento continuo de fertilizantes y agua para evitar la caída drástica de los rendimientos.

Otros beneficios de los abonos verdes:

  • Actúan en el control de hierbas, plagas y enfermedades (proporcionan alimento y refugio a insectos útiles enemigos naturales aéreos de las plagas agrícolas, abejas…)
  • Mejoran la estructura del suelo
  • Menor compactación del suelo
  • Menor formación de costra superficial
  • Incremento de la biomasa y actividad biológica benéfica en el suelo
  • Menor erosión hídrica y eólica
  • Mejora la infiltración y almacenaje de agua en el suelo.
  • Facilitan la recuperación de suelos degradados (salinos, sódicos, etc)
  • Ahorro económico
  • Contribuyen a la disminución de efecto invernadero
  • Suministran un hábitat para la fauna silvestre (aves, etc)
  • Mejoran el paisaje.

Día mundial del medioambiente………¿y la agricultura?

La agricultura representa la mayor proporción de uso de la tierra por el hombre. Sólo los pastos y los cultivos ocupan aproximadamente el 40% de la superficie de tierras de labranza del mundo y casi dos terceras partes del agua utilizada por el hombre se destina a la agricultura.

La producción agropecuaria tiene unos profundos efectos en el medio ambiente en conjunto, ya que son la principal fuente de contaminación del agua por nitratos, fosfatos y plaguicidas.

También es considerada la mayor fuente antropogénica de gases responsables del efecto invernadero, metano y óxido nitroso, que contribuyen en gran medida a otros tipos de contaminación del aire y del agua.

La agricultura afecta también a su propio futuro a través de la degradación de la tierra, la salinización, el exceso de extracción de agua y la reducción de la diversidad genética agropecuaria, pero es complicado conocer el alcance de estos procesos a largo plazo.

Si se utilizan más métodos de producción sostenible, se podrán atenuar los efectos de la agricultura sobre el medio ambiente. La agricultura desempeña una función importante en la inversión de estos efectos, por ejemplo, almacenando carbono en los suelos, mejorando la filtración del agua y conservando los paisajes rurales y la contribuyendo a una mayor biodiversidad.

Los fertilizantes, el estiércol y los plaguicidas son las principales causas de contaminación del agua. La contaminación de las aguas subterráneas por los productos y residuos agroquímicos es uno de los problemas más importante en la mayoría de los países desarrollados.

La contaminación por fertilizantes se produce cuando éstos se utilizan en mayor cantidad de la que pueden absorber los cultivos, o cuando se eliminan por acción del agua o del viento de la superficie del suelo antes de que puedan ser absorbidos. Este exceso de nutrientes puede provocar la eutrofización de lagos y embalses.

En los países desarrollados su uso se restringe cada vez más mediante leyes e impuestos, e incluso su uso se verá frenado por la creciente demanda de cultivos orgánicos, que se producen sin la adición de productos químicos.

Sin embargo, a pesar de que la agricultura es cada vez más una fuente importante de gases que contribuyen al efecto invernadero y a disminuir la biodeversidad, también puede ser una posible vía para la mitigación del cambio climático mediante el almacenamiento de carbono en los suelos y en la vegetación.

La agricultura puede ser también un sumidero para el carbono. Sin embargo, se acepta generalmente que los suelos, igual que otros sumideros biológicos (por ejemplo, vegetación) tienen un límite superior intrínseco para almacenamiento. La cantidad total que se puede almacenar es específica de lugares y cultivos, y la tasa de fijación desciende al cabo de unos años de crecimiento.

La recuperación de suelos salinos, podrían suponer la fijación de millones de toneladas de carbono adicionales anualmente.

En países desarrollados, la tierra que se deja de cultivar de manera permanente puede fijar grandes cantidades de carbono si se deja sin trabajar o se utiliza para repoblación forestal.

Según las condiciones agroclimáticas, la agricultura de no labranza y la agricultura de conservación puede fijar hasta 1 tonelada de carbono por hectárea cada año, además de reducir las emisiones de dióxido de carbono en más del 50%, debido a la reducción del uso de combustibles fósiles en la labranza.

En el caso de que se abandonen algunas de estas prácticas, el carbono fijado se liberará a lo largo de un período de pocos años. Se necesitan sumideros de carbono agrícolas de esta clase para ganar tiempo que permita afrontar las emisiones de dióxido de carbono en su origen.

En resumen, agricultura y medioambiente comparten el mismo espacio, es necesario encontrar un punto intermedio en el que ambas puedan convivir sin perjudicarse. es vital que los sectores vinculados al medioambiente y la agricultura trabajen juntos para lograr los mejores resultados comunes. 

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