Buenas prácticas agrícolas

Las buenas prácticas agrícolas son las  acciones que deben realizar los agricultores para obtener una producción inofensiva y saludable, evitando la contaminación del medio ambiente, respetando la salud de las personas que trabajan en el campo. Estas acciones deben ser registradas para llevar un control de la parcela.

Algunas Buenas Prácticas Agrícolas:

Para conservación del ecosistema:

  • Tener cuidado al realizar las actividades agrícolas, especialmente las que puedan contaminar el suelo y las fuentes de agua, como por ejemplo, la aplicación excesiva de pesticidas y fertilizantes sintéticos. El suelo y el agua son los principales recursos naturales por lo que se deben proteger para dar sostenibilidad a la capacidad de producción de la tierra.
  • Realizar análisis de riesgos. Cuando se implanta un cultivo en un área nueva se deben evaluar los riesgos físicos, químicos, biológicos y microbiológicos y ambientales. Los resultados de los análisis de riesgos son útiles para tomar medidas correctivas en la zona de cultivo
  • No sobrepastorear ni quemar rastrojos en el campo. Los rastrojos deben dejarse como protección para la materia orgánica del suelo
  • Rotación de cultivos. Es aconsejable realizar la rotación de cultivos para conservar la fertilidad del suelo y también contribuye al control de plagas

Para la preparación del terreno:

  • Debe restringirse el uso de maquinaria agrícola sólo a operaciones necesarias para no erosionar el suelo
  • Dejar barbecho o restos de cultivo anterior sin quemar
  • No dejar transcurrir mucho tiempo entre la preparación del terreno y la siembra.
  • El suelo debe ararse teniendo en cuenta las características del suelo (textura, pendiente natural, etc)

Para la siembra:

  • Se debe elegir el tipo de semilla que mejor responda a la época de siembra. La siembra en épocas más frías (invierno) reduce el ataque de plagas.
  • Tener en cuenta la profundidad adecuada de siembra según tipo de suelo y semilla utilizada

Para la fertilización:

  • Programar un plan de fertilización basado en el análisis del suelo. Realizar un análisis del suelo cada cuatro años al menos.
  • Se recomienda fraccionar el abonado nitrogenado
  • Evitar la aplicación en cantidades superiores a las que necesita el cultivo

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Importancia de las BPA (buenas prácticas agrícolas)

Las BPA hacen que el agricultor aumente sus rendimientos año tras año sin perjudicar el futuro de la tierra. Obtener buenas cosechas, conservar el medioambiente y diferenciar sus productos de los de la competencia.

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Sensores de humedad en la agricultura

La agricultura consume (según la FAO) una media del 70% de los recursos hídricos existentes. Dado que es un recurso imprescindible para las explotaciones agrícolas, es necesario optimizar su uso aumentando la eficiencia de riego, de manera que se aumente el rendimiento y se reduzcan los costes. Para ello una herramienta muy útil que se puede utilizar son los sensores de humedad.

Actualmente y cada vez más los sistemas de riego están automatizados y se controlan factores meteorológicos (lluvia, viento, temperatura, etc.) mediante estaciones meteorológicas, realizándose un balance hídrico, pero este riego sería mucho más eficiente si se conociese directamente el estado hídrico de la tierra y de esta forma automatizar el riego con las necesidades estrictas de la planta.

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El tener disponible el valor del contenido de agua en el suelo es esencial para ayudar a los agricultores a optimizar la producción, conservar agua, reducir los impactos ambientales y ahorrar dinero. Monitorear la humedad del suelo le puede ayudar a tomar mejores decisiones en la programación del riego, tales como el determinar la cantidad de agua a aplicar y cuándo aplicarla. También le puede ayudar a igualar los requerimientos de agua del cultivo con la cantidad aplicada con el riego; y así evitar pérdidas de agua excesivas.

El exceso de irrigación incrementa el consumo de energía lo que aumenta los costos de agua, incrementa la aparición de malas hierbas, aumenta el movimiento de fertilizantes por debajo de la zona radicular produciendo erosión y como consecuencia la perdida de partículas  químicas beneficiosas para la planta. Por el contrario un riego insuficiente puede reducir significativamente la producción de las cosechas.

La medición del contenido de agua del suelo es fundamental para el manejo eficiente de los recursos hídricos. Existen dos tipos de factores básicos a conocer para realizar un riego eficiente, que son el contenido de agua del suelo y su potencial hídrico.

Para conocer el contenido de agua del suelo, se instalarían las denominadas sondas capacitivas. Con este método se puede observar a nivel de campo cuando empieza a mostrar carencias de agua nuestro cultivo y en base a ello con un sistema automatizado programar los riegos necesarios. Es muy importante realizar un buen posicionamiento de los sensores para conseguir muestras representativas a lo largo de toda la parcela.

El otro parámetro de gran importancia es conocer el potencial hídrico puesto que proporciona el estado energético del agua en el suelo y esto permite saber si se encuentra en equilibrio o en movimiento. Para su medición, el método más utilizado, es el tensiómetro. Que sirve para conocer el estado hídrico de las raíces.

Al igual que las sondas capacitivas, los tensiómetros deben ser instalados en lugares representativos de la parcela, y a una profundidad determinada en función de las raíces de la planta. Es conveniente realizar la lectura a primera hora de la mañana, que es cuando el movimiento del agua hacia la planta y en el suelo es insignificante. La lectura del tensiómetro posee un rango desde 0 a 80 cb (centibares). Valores bajos representan que el suelo está saturado y altos que se encuentra en un punto de marchitamiento en el que sólo quedará agua en ciertos microporos. Siendo conveniente programar el riego cuando los macroporos comiencen a desecarse, de manera que el cultivo se mantenga próximo a la capacidad de campo. Generalmente este intervalo será entre 30 y 60 cb variando según el tipo de suelo:

  • En suelos arenosos entre 30 y 40 cb
  • Suelos limosos entre 40 y 50 cb
  • Suelos arcillosos entre 50 y 60 cb

Uso de sensores en la agricultura

En el modelo de agricultura moderna se  tiende hacia el fomento de la eficiencia de los recursos disponibles, la sostenibilidad del sector agrícola, la preservación del medioambiente y la seguridad y calidad de los productos.

En la actualidad, el 70% del consumo de agua potable a nivel mundial procede del sector agrícola y las plagas y las enfermedades ocasionan pérdidas superiores al 15% de la producción. Además, aplicaciones inadecuadas de productos fitosanitarios, abonados o condiciones climáticas adversas, no sólo ocasionan pérdidas en la producción sino también en la calidad de los productos.

Por todo ello, el sector agrícola profesional debe adaptarse a estos requisitos y su apuesta por la innovación, no es sólo una herramienta para lograrlos sino también para mejorar la productividad y calidad de sus productos así como para obtener una diferenciación respecto a sus competidores.

En este sentido, las denominadas Redes de Sensores Inalámbricas pueden ser una herramienta para monitorizar, predecir y optimizar la gestión y los recursos de la actividad agrícola en tiempo real.

Las Redes de Sensores Inalámbricas están formadas por:

  •  Un  equipo remoto que consta de un circuito analógico y un sistema de comunicación, con alimentación autónoma (batería y placa solar) y al que se le acoplan diferentes sensores en función de las necesidades.
  • Los sensores, captan la información del entorno (temperatura, humedad ambiente, humedad suelo, radicación solar, pluviometría…) y la transfieren al equipo remoto, el cual la envía a través de comunicación inalámbrica a un centro de control, que puede ser un ordenador u otro punto de comunicación, bien de forma directa o a través del resto de los equipos remotos distribuidos por la explotación.

El centro de control, encauza los datos hacia los servidores, donde se almacenan y pueden ser consultados por el usuario a través de una aplicación.

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La puesta en marcha de las Redes de Sensores Inalámbricos en la agricultura necesitan diferentes etapas:

  • Identificar la cantidad de equipos remotos y sensores necesarios así como su ubicación.
  • Instalación, programación y comunicación de los sensores con los equipos remotos y con el centro de control.
  • El usuario final accede por ordenador, móvil o tablet a toda la información captada por los sensores a través de una aplicación propia.

Con estas estructura podemos realizar un control remoto de determinados elementos de la explotación (apertura/cierre electroválvulas, riego…).

Por tanto, la utilización de las Redes de Sensores Inalámbricos en el sector agrícola es una herramienta que aporta un mayor control de la explotación y por tanto una mayor capacidad de reacción ante imprevistos consiguiendo un mejor uso de los recursos hídricos. Con esto conseguiremos una  optimización tanto desde el punto de vista agronómico, medioambiental como económico y así poder evolucionar hacia una agricultura de precisión. Además podremos conocer las causas de una mayor/menor producción de la explotación o la calidad de los productos.